martes, 5 de noviembre de 2013

Cuando Trotski conoció la Doble Visera

El Rojo y León, un solo corazón

Por Germán "Gerbo" Feld

Las noticias de nuestros tiempos pueden correr tranquilamente en una tribuna, y más si hablamos de Argentina y sus tantas y tantas víctimas del hormigón que derramaron su sangre en los tablones. Más allá de eso, las tablas a partir de un momento fueron de cemento y se dejaron de mover tanto como sus antepasados de madera, que a veces, trajeron dolores de cabeza a las autoridades de seguridad en eventos deportivos (mejor, llamemoslas de inseguridad).

El año 1928 trajo un nuevo presidente a la Casa Rosada, viejo conocido del pueblo era Hipólito Yrigoyen en aquel entonces cuando se calzó la banda presidencial y, en malas condiciones de salud, decidió emprender el último mandato antes del golpe de estado del `30.
Pero un tiempo antes de que este viejo tigre radical empezara su segundo gobierno, en Avellaneda un nuevo estadio afloraba y deslumbraba a propios y extraños: El Club Atlético Independiente, el 4 de marzo, inauguró el estadio apodado como la “Doble Visera”, primera cancha de cemento de América Latina. Las puertas se abrieron para que los espectadores vean el encuentro que igualaría el rojo en dos tantos contra el Peñarol uruguayo, sin embargo es anecdótico el resultado si nos ponemos a ver con atención las relucientes gradas de la flamante cancha, ya que encontraremos a un personaje absolutamente ajeno a nuestra historia que había marcado un antes y un después en la historia universal.

León Trotski decidió emprender, en el año mencionado anteriormente, un viaje a América latina, más específicamente al sur y de mochilero, como se conoce actualmente, ya que en su momento más que una mochila, León se llevó un flete. Muy apasionado por el fútbol él, ya que en su infancia solía ser wing derecho en los torneos regionales que organizaba el partido bolchevique en su pueblo de origen, Yanovka, no dudó ni un segundo en pasarse por Buenos Aires y Montevideo, las cunas del fútbol rioplatense. ¡Y qué sorpresa se llevó el León Soviético!, justo dio a parar aquel día de marzo en Avellaneda, claro, influenciado por las referencias socialistas que le habían dado sobre ese club.

El calorcito de esos días le molestaba un poco al hombre acostumbrado al frio polar y asesino de la Unión Soviética, entonces se clavó una musculosa roja de extraña inscripción, los que lo vieron alcanzaron a leer la sigla “CCCP”, algo desconocido en la Buenos Aires agro exportadora de aquel entonces, que semilla por semilla comenzaba a salir a la luz. A pesar de las temperaturas, León optó por el pantalón que había usado en 1917 para la Revolución Rusa y por unos mocasines que tenían una hebilla con la inscripción alegórica y acorde a la circunstancia que decía “zarista, puto y cagón”.

Se tomó el 24 en el barrio porteño de Villa Creplaj, lugar donde se estaba hospedando, y en una hora, como un incógnito, estaba en la puerta del nuevo estadio. Entró y subió los escalones de la popular rápidamente para ubicarse a un costado de la tribuna, no el mejor lugar para ver el partido, sino, el mejor sector para observar a la gente. ¡Si habrá sido un loco de la revolución este León!

Ningún medio de aquel entonces pudo documentar este histórico acontecimiento, sin embargo fuentes anónimas, debido a que en ese momento la Liga Zarista Argentina, compuesta por zares exiliados en Buenos Aires que perseguían a cualquiera que pudiera tener afinidad con la revolución bolchevique, notaron que antes del partido pudieron ver a Trotski analizando las circunstancias objetivas para ver cómo se llenaba la cancha, las subjetivas, donde este gran revolucionario pensaba en ver armados a los aficionados, las dejó de lado ya que antes de entrar, en el primer cacheo, le incautaron un fusil Dragunov de francotirador que había usado de entrenamiento en Petrogrado.

Cuando hubo comenzado el match, León permaneció callado, sin mediar palabra con nadie ni gritar en los goles de independiente. Observaba cómo un toro las flameantes banderas rojas del club agitarse de lado a lado, al parecer ese color lo encandilaba y le despertaba una llama muy adentro suyo.

En el entretiempo, León bajó las escaleras para ir al baño y luego dirigirse a un puestito de comidas, del cual se fue muy indignado al ver cómo la irrupción del capitalismo imperialista había hecho estragos en los gustos populares. Por la gran cantidad de gente que había, no volvió a subir las escaleras y se pegó al alambrado, pero de espaldas al verde césped.
Los que estuvieron cerca de él en el segundo tiempo, advirtieron cómo se le piantó un lagrimón cuando la barra brava de Independiente, comandada por el “Baby” Alvarez padre, entonó la marcha radical bajo la letra de: “Viva el Club Independiente, el orgullo nacional”.


 Trotski no entendía castellano y mucho menos la locura de esos muchachos, pero es imposible no pensar que en su cabeza, cuando en el mismísimo momento que la hinchaba deliraba en el tablón, la internacional socialista hubiera soñado en su mente a todo volumen y una ola de banderas rojas recorría las calles de Moscú vivando la revolución. En ese momento no le importaron los dolores que pasó en la Unión Soviética ni la tristeza de los compañeros caídos, solísimo en un mar de gente, el tenía un cuento impreso en su retina esa tarde de sol en Avellaneda.

lunes, 25 de febrero de 2013

Portación de cara


Hoy más que nunca es valida esta frase que se suele escuchar en lugares de esparcimiento público. En estos, mediante sus dueños de alto poder adquisitivo, se les baja linea a las fuerzas de seguridad de turno para que a la clase más popular de este país, cuya mayor virtud no se muestra en su imagen, se la margine de todo tipo de entretenimiento bajo el pretexto de que al tener un rostro "no normal" podría llegar a alterar el orden del evento en cuestión, en el que solo los "civilizados" pueden asistir. ¡Y claro!, más vale prevenir que curar decía un viejo dicho que aplicado al caso, no tiene mucha coherencia.

Desde hace ya un  torneo que se implementó el sistema de identificación de alborotadores mediante huella digital, el cual consiste en colocar la yema del dedo en un lector que determina, mediante una averiguación cibernética de antecedentes, si uno es apto o no para entrar a las canchas de fútbol de nuestro país. Ahora bien, la cuestión no pasa mucho por ahí en este caso, ya que al fin y al cabo esa especie de derecho de admisión no ha prohibido el ingreso a ninguno de los más violentos, es más, durante el Torneo Inicial 2012 se registraron la suspensión de partidos, incidentes fuera y dentro de los estadios y hasta cuchillazos a jugadores en el ascenso. Sin embargo nos centraremos en la forma arbitraria en que la policía escoge a los que probarán suerte en dichos aparatos. ¿No resulta extraño que mayoritariamente a los muchachos de tez morena, vestidos con conjuntos deportivos y gorras con la visera para atrás, sean los únicos que se jueguen su suerte de entrar a la cancha? pareciera ser que los uniformados al querer combatir la violencia en el fútbol terminan por acrecentar el racismo y la xenofobia, marginando a los que corrieron con la dicha de nacer bien dotados en su aspecto facial de este pedazo de aparataje. Bajo esta conclusión podríamos suponer que hay una relación inversamente proporcional, ya que si bajamos el nivel de discriminación hacia los espectadores, aumentarían las agresiones en los estadios, "estaríamos en presencia de un autentico caso de costos de oportunidad", diría un economista. 

Yo quisiera saber que sentiría aquel operario de las fuerzas de seguridad si la tortilla se diese vuelta, es decir, que para que ellos puedan realizar su labor, el pueblo futbolero les aplicase un derecho de admisión idéntico al que manejan, en el cual se cargue a un sistema todos los antecedentes que tengan los policías en espectáculos deportivos, desde recurrir a la violencia para apaciguar un supuesto desbande hasta provocar la muerte a un simpatizante que alegre como pocos, esperaba llegar al palacio de sus sueños para despejarse del agobio laboral de la semana. Sin dudas que más de uno se quedaría sin trabajo y tal vez, en una de esas remotas posibilidades, se lo podría educar para que se de cuenta de una vez por todas, que es parte de nosotros, parte de ese muchachito que margina por su aspecto, parte de la señora y su criatura que empuja con su escudo, parte de una sociedad que pide a gritos una solución a sus representantes, que responden con la administración del delito a una cuestión cultural, social y educativa.

Espero poder vivir aquel día en que el racismo uniformado se de cuenta (sin rencores de por medio, el hincha tiene que pregonar con el ejemplo) que el pseudo-objetivo de sus superiores no puede ser alcanzado con sospechas, prejuicios ni marginaciones, sino sabiendo comprender que no es el que paga religiosamente su entrada y viste mal, el que causaría una hipotética muerte en nuestro deporte.

martes, 22 de febrero de 2011

¡Viva la caballerosidad!




Por: Germán Gerbo

Una persona un poco idónea en la materia sabe que es de público conocimiento que los jugadores habilidosos, aquellos que hacen de nuestros domingos un carnaval de tacos y caños, a veces son maltratados por el rival en intentos de recuperar la posesión de la pelota. Generalmente al chocar el creador contra el destructor, este primero termina desparramado en el suelo, indignado de una forma teatral con el colegiado, exigiendo justicia, esa justicia que le es esquiva, que cuando debería ser no lo es y viceversa. Por otro lado tenemos a aquel que implementa todas sus mañas para quitar, donde aunque usted no lo crea le sucede lo mismo que a su colega, irritación ante la injusticia y una ejemplar
clase de escabullimiento cuando esta le es favorable.

Pero usted que está del otro lado, atónito, ya conocedor sobre estas jugarretas, se preguntara ¿Para que este muchacho nos cuenta todo esto?, no desespere lector, ya se enterara, ahora vamos a hacer un flashback.
Se jugó un partido picante en floresta, en el cual se destaco por sobre todos los enfrentamientos el de los jugadores Hugo Barrientos y Giovanni Moreno, quien termino con una lesión en los ligamentos cruzados. En torno a esto surgieron amenazas hacia los hijos del jugador de all boys y un pedido explicito de los hinchas racinguistas de por así decirlo “arresto domiciliario” para con este “criminal”, sin ningún tipo de razonamiento.

Ahora pensemos, ¿que pretendemos que hagan los cincos del futbol argentino?, ¿ser todos exquisitos a la hora del roce como un caballero blanco que acaricia el cabello de su lady luego de ser rescatado?, propongo la emular la situación que pretende ver el fanático hoy en día sobre el verde césped:

Partido sin sobresaltos entre dos equipos de mitad de tabla, luego de un rechazo por parte de un defensor se produce una pelota dividida la cual es capitalizada sin la total claridad por el diez del equipo rojo (llamemoslo así) pero lo hace ante la envidiosa vista del cinco del equipo azul, que no puede tener su esférico, por lo tanto se le genera un vacio sentimental interno, ante tamaña pobreza de utilería para realizar lo suyo las lagrimas no tardan en salir, los ojos se enrojecen, sus sentimientos consumen hasta el más pequeño rincón de su cabeza, psicológicamente no está intacto y al ver pasar al diez desparramando toda su belleza junto a ese chiche plástico de fulgurantes colores, con toda una furia que lo envuelve, en estado de shock ante semejante desabastecimiento y con total inocencia e instinto apenas estira su pierna dejándola en forma de pendiente a cuarenta y cinco grados y como diríamos en el barrio “le mete la traba” cual niño jugando a las carreras intentando sacar una infantil ventaja y en consecuencia ve la pelota en sus pies, radiante como el sol que sofoca la cancha, y es feliz por esos segundos, la catarsis, ese desahogo de las penas empieza a subir por todo su cuerpo, se siente lleno, los músculos de la cara se dilatan en forma sonriente, recuerda todo esa congoja previa y hasta se anima a esbozar una risita, puede ver entre tanto clima desfavorable que la vida si tiene sentido, esa que lo puso bajo ese calor radiante a derramar hasta la última gota de sudor.

Pero en un santiamén toda esa estructura emotiva se derrumba, el pitido mortal suena, el colegiado señala el sector donde está la pelota y casi instintivamente se la quita de los pies a nuestro jugador que sufre cambio de ánimo drástico, sus ojos se enrojecen y estallan en llanto, uno extremadamente profundo que hacen sucumbir su humanidad en el césped donde se tapa la cara y deja caer cataratas de lagrimas que riegan los cimientos de la verde explanada.

El árbitro con la cartulina amarilla se le acerca lentamente y con un fuerte movimiento de brazo la alza en el cielo para dar a relucir el error en el que el jugador había caído. Este se levanta y continua con su llanto desgarrador, ya con los lagrimales hinchados, le dice “Discúlpeme juez, se que fue una imprudencia pero yo no quise… le prometo que no lo volveré a hacer” y es ahí que sucede el acto de caballerosidad y amor fraternal imprevisto, con una sonrisa, aquel verdugo que levanto la tarjeta, le contesta: “tranquilo, no seas zonzo, nos pasa a todos, todos tenemos nuestros días malos y nos podemos equivocar, no te pongas mal, vení y dame un abrazo” y se produce ese apretón casi de padre a hijo. Y la hinchada, esa formada por hombre duros, hechos y derechos, esos hombres que solo lloran una vez en la vida no pueden contenerse, todos unidos en la misma emoción que es trasmitida por los protagonistas se abrazan, lagrimean, se dicen cuando se quieren y comienzan a entonar, tanto las parcialidades del equipo local como del visitante, el himno a la alegría con todo el ritmo de los bombos y redoblantes.

¡Cuánta emoción señores!, ¡que ganas de llorar!, brindo por ustedes, mis lagrimas son por el amor que me producen, por eso es que me beso la camiseta y golpeo el pecho, por esto es que muero en el hormigón a cincuenta grados o con un frio polar todo los fines de semana, no entienden cuanto los quiero.

miércoles, 7 de julio de 2010

España y nada más

Acabo de ver un futbol monstruoso, un futbol donde el nivel colectivo es tan perfecto que genera excelentes niveles individuales, un fútbol donde no se está preparado para hacer jugadas colectivas, donde estas se inventan, un fútbol donde a pesar de que el rival haga lo correcto e imposible siempre será vulnerable, un fútbol con mediocampistas con tendencia armadora que aparecen tranquilamente entrando a velocidad como el mejor de los volantes, con defensores que se conectan con el mediocampo para la tenencia de pelota y a la hora de hacer el trabajo sucio no tienen fisuras, y a la hora de atacar se convierten en delanteros natos, y estos, los delanteros, que no son la parte fundamental del equipo, tienen una técnica increíble y no juegan a la suya, juegan a que el que le quede la meta, colaborar con la creación/invención de jugadas. Aca hay una nueva manera de jugar este deporte, jugando complejamente para que la resolución sea simple y exquisita.
Alemania fue un gran equipo, con un juego preciso y veloz, bien lateralizado, rompió con su historia de juego duro y físico para bajar la pelota y dedicarse a dar cátedra de la pelota al piso.
Pero acá, como dije antes, se marca la nueva forma futbolística, la cual le daría el título de "NeoCruyffsismo Catalán Semimecanisado", dirán que titulo exagerado no, pero se puede explicar:
NeoCruyffsismo porque se ven las ideas de tenencia de pelota y ataque de Cruyff pero de un modo más complejo del que el utilizaba en sus equipos, se le da más prioridad al ataque que a la tenencia, lo cual genera más velocidad y la posibilidad de inventar las jugadas. Catalán ya que hay una clara influencia Barcelonesa en el equipo, especialmente en el mediocampo con los pilares del equipo, Xavi e Iniesta, jugadores excelsos, que se disfrazan de armadores de jugadas durante todo un partido para así poder entrar con toda la facilidad al área intercambiando ese disfraz con compañeros tales como Xabi Alonso, Sergio Ramos y porque no, los delanteros, Villa y Pedro. Y finalmente Semimecanisado ya que si bien, en la tele se muestra el sistema táctico del equipo, ni bien comienza el encuentro, uno se da cuenta que cada delantero se puede convertir en mediocampista, que los laterales pueden ser asistidores, que los centrales pueden ser grandes cabeceadores, hay una base de arranque, que se rompe para así construir esta idea de fútbol.
Un vendedor ambulante podría decir: Para el paladar del Menotista o el exitismo del Bilardista, hoy les vengo a ofrecer un producto de suma utilidad para la imaginación de ambos, se llama España o Furia Roja, Un excelente utensilio de creación, magia, invención y generador de una historia que recién comienza a gestarse…

viernes, 2 de julio de 2010

Reescribamos la historia

4 años tuvieron que pasar para que nuestra querida bandera se junte en el campo de batalla con la fría mentalidad del sobrio equipo alemán.
Visto desde los términos futbolisticos, se puede decir que será un partido complejo en cuanto a poder desmantelar las falencias defensivas alemanas, será cuestión de perceberar en cada ataque como si fuese el unico, generando una buena conexión entre Higuain y Messi, que aunque no haya metido ningún gol, como suelen pedir los ultra exitistas que haga para que su juego sea bueno, en todos los partidos colaboró en el armado de las jugadas y genero vertiginosidad en los momentos en que tuvo la pelota.
Pero a su vez se habla de ambas defensas. En cuanto a la del equipo teutón podremos observar una firme linea de cuatro con centrales bien plantados y volantes siempre posicionados para una eventual contra (de las cuales quisiera que se olviden de hacer en ciudad del cabo).
Los que tendrán el honor de defender con los dientes apretados y hacer una barrera invulnerable para que esta delantera que pretende ser la gestapo se vea disminuida a la verguenza que fueron serán a mi parecer Heinze, Samuel, Demichelis y Burdisso tendran una labor fundamental. De muy buenos partidos tres de estos, Demichelis el cual es apoyado feacientemente por el Staff del blog (es decir, yo) ya que a demostrado que más haya de sus errores tiene la marca de el zaguero central en sus venas, hace cortes impecables, sale a enmendar errores del mediocampo con voracidad y aparte va a cabecear, que más le podemos pedir.
Pero este partido, como siempre, queremos que sea visto desde otro lado, unos cuantos metros más atrás de la linea de cal, mejor dicho, en ese cemento fresco en forma de tribuna recién hecha.
Hemos hablado sobre la frialdad, si, esa frialdad caracteristica del jugador alemán, esa persona vacía por dentro y llena de pensamientos inculcados por un tercero, una persona que puede ser comparada con Iván Drago, aquel luchador que se anima a desafiar a Rocky en las heladas tierras rusas, Rubio, alto y con un gran potencial físico, pero lo que no posee esta persona es la sed de victoria, ese fuego interno que nos hace decir "podemos, podemos y podemos", eso que nos hace a nosotros, los argentinos, los Rocky Balboa que aveces nos toca entrenar en condiciones inhumanas para que la victoria tenga un sabor diferente, saber que somos invencibles, que con nuestra pasión en momentos decisivos nos llevaran a lograr lo inimaginable, a lograr ese fútbol de potrero tan anhelado y así traer esa copa tan anhelada, ese es el orgullo, de ser argentino.
Así que no importa quienes van a ser los once que tendrán el honor de salir a la cancha, sino lo que importa es que esten dispuestos a dejar la vida dentro de esta.

miércoles, 2 de junio de 2010

Fútbol, como si fuera la primera vez y... para siempre

“Siempre lo mismo, siempre lo mismo, esto nunca cambia”, cada domingo, cada pitazo, cada arbitro que decreta el final, confirma esta bendita frase que nos hace lo que somos. Siempre ser lo mismo ¿Por qué? Porque odiamos y amamos, porque hay vivos y muertos, porque ovacionamos y chiflamos, porque así es una pasión en torno a esa número cinco esférica que gira dentro de un rectángulo de sueños y emociones.
Desde el primer día que pisamos el hormigón, somos “lo mismo”. Esperamos a que salga el equipo y nos quejamos, pero al salir esas quejas se transforman en gritos de guerra, gritamos cuando el juez pita, pero luego nos desalmamos aclamando su cabeza, aplaudimos esa gambeta de nuestro diez como si ganásemos el campeonato, abucheamos al dos de ellos cuando pega y patea descaradamente a los artistas del balón, nos arrancamos los pelos cuando esa revientan nuestra locura contra ese palo infame e injusto, queremos a ese que se para debajo de los tres palos, ese que nos hace alegrar con sus estiradas, cada vez que su humanidad desvía los chanfles que el destino quiso que suframos, y cada vez que esto se termina nos sentimos según esos dos números de la suerte separados por un guión, que tantas alegrías y tristezas traen.
Este es el hincha, el que todos los domingos se toma el colectivo cargado de ilusiones para ver a su amor, a ese que no se toca, a ese que se sufre por noventa minutos semanales. Pasarán los años, pasaran los dramaturgos, los empresarios, los artistas y los de reparto también, pero siempre se estará ahí, en el reducto que nos caracteriza.
Por eso todo es como la primera vez, desde que vamos de la mano del viejo, porque desde ese primer día que entregamos nuestras gargantas a esa máquina manejada por veintidós donde se turnan para arrebatar destellos de voces desgarradas por el paso del tiempo, que nunca pero nunca podrán callar ni hasta con el golpe más feróz que esta efusión pueda dar. Como siempre nos hace morder fuerte, cerrar los ojos, pedir al cielo, culpar al de arriba (y porque no agradecerle), tirarnos al piso llorando y salir golpeando las paredes del templo.
Así vivimos desde esa primera vez, salimos a trabajar como el entrenamiento de cada día, tomamos el tren como cuando se encara por el medio, cruzamos la avenida cual wing cambiando la pelota de banda, llegamos al trabajo como la primera oportunidad que nos hace poner en clima con el encuentro, trabajamos aunque llueve, nieve o truene para conseguir esa paga tan deseada, esa que nos deje afónicos y de una buena vez por todas festejar en casa, a la vuelta con esos seres que tanto queremos y apreciamos.
Porque aunque el cielo nos lleve, te seguiremos alentando y coreando cada una de tus glorias, y hasta nos alegraremos desvergonzadamente por lo que hemos conseguido aunque suframos la peor de las penurias.
El pasado será nuestra gloria y motivo de orgullo, el presente nuestra alegría y el futuro, como no, la locomotora de ilusiones y éxitos que siempre llevará como marca la inscripción de que “las buenas ya van a venir”.
El fútbol señoras y señores, como si fuera la primera vez y… para siempre.

martes, 23 de febrero de 2010

¡Te imaginas si entraba!

(tomese todo lo que se dice como una total ficciòn)


Vos no sabes lo que era esa época, era increible, la gente con dudas de lo que pasaba pero se podía olfatear un aroma nefasto en el territorio argentino, pero más allá de lo terrible que era lo que se vivía, nosotros, como boludos, ajenos a todo, vibrábamos con los goles de Kempes y Luque como si fuésemos un país de primer mundo. Todo era color de rosas, con ese equipo, con El Pato que no dejaba pasar ni el aire, con Passarella, El gran Capitán, que era una muralla indestructible abajo y con la destreza de Houseman, Gallego, y Bertoni que hacían que el equipo tenga fluidez y gol. Estaba todo dado para que demos la vuelta, esa tarde del 25 de junio, en la cancha de River ante un mundanal de gente, de papelitos y de colores azul y blanco que inundaban las tribunas de esa mole mitad cemento y mitad humana, pero un segundo, un puto instante, quiso que todo ese paraíso se convirtiera en terror y muerte.
El partido venia muy reñido, los dos equipos se andaban cagando a pelotazos, su arquero y el nuestro respondían bien, hasta que el Matador apiló a un defensor mientras otro intentaba apretarlo y definió barriéndose con la salida del arquero, no sabes lo que fue eso, la cancha se venía abajo, un mundo blanquiceleste caia en la popular como lluvia torrencial.
Ya en el segundo tiempo la cosa seguía igual, los holandeses eran duros, se defendían bien pero atacando eran muy rápidos, ya faltando ocho para el final, ese que había entrado a pocos minutos de empezar el segundo, un tal Nanninga ponía las cosas en pardas, hubo un breve silencio y luego el nerviosismo fue tal que cesaron los gritos hasta el momento trágico, a los noventa minutos, cuando el match se encaminaba definitivamente al suplementario, apareció él, que no se me viene ahora el nombre a la cabeza que la empujó con la salida del Pato y entró pegadita al poste derecho, ahí el estadio enmudeció, fue tal el silencio que se podía oír el festejo desencajado de los holandeses, ese fue el instante donde el país se derrumbó por completo, pasó como yo pienso, mientras uno más se ilusiona con algo, si eso no se cumple, la desilusión es aún mayor, esto pasó acá en una magnitud drástica porque había sido una bola de ilusiones que se fue agrandando con el correr de los partidos y se deshizo en un segundo.
Luego del pitazo final, la gente salió despedida como un misil, furiosa, en llamas, rompiendo todo lo que tenía alrededor, todo el país imitaba estas actitudes, parecía que había llegado el apocalipsis, pero lo peor ocurrió un día más tarde.
En cadena nacional y ante una multitud incalculable de televidentes y radioescuchas, el hijo de puta de Videla anunció que hasta que no ganásemos otro mundial él iba a seguir en el cargo. Entonces fue así como afrontamos el desafío de España, pero gracias a esta frustración el tema del mundial fue una cuestión que superaba cualquier otra.
Mientras desaparecían y morían miles de personas, la gente, muy ingenua, veía por la tele como adiestraban a los jugadores como milicos para ganar en el 86, y así fue como el inútil de Maradona les regalaba a Videla, Massera y Agosti, envuelto en un paquetito, esos dos goles de mierda, uno con la mano, que mucha gracia no causó y el otro luego de gambetear al arquero y definir de taco y con las manos en la cintura, sobre la línea de cal, para dejar la peor imagen existente de nosotros, los argentinos, ya humillados por los Ingleses en las Malvinas y vueltos a humillar por este gordito que nos dejaba mal parados a todos. Y todo finalizo con otro regalo a los dictadores del desastre de Burruchaga que le definió de puntín al arquero luego de esa corrida de mierda, y de esta forma le cumplieron el sueño a Videla.
Pero el “trio asesino”, como se los llamaba en esa entonces, decidió quedarse siete años más en el poder hasta el 93.
Ya para el 90 las cosas estaban desdibujadas, ya se sabía de antemano que el partido con Italia estaba arreglado, por eso al muerto de Goycochea le tiraron unos pesos y listo, en los penales vio como la pelota entraba. Poco nos importó porque nuestras miradas estaban enteramente abocadas a lo que pasaba localmente.
Ya con la Copa América en manos, 60000 víctimas entre muertos y desaparecidos y la guerra de “Malvinas, segunda parte” en el 92, la cual terminó de imponer cifras aterradoras en la historia argentina, Videla fue sacado a patadas nada más ni nada menos que por el padre de la democracia, el icono patrio argentino más grande de los últimos tiempos, el que fuimos a votar con boleta en mano esa mañana lluviosa de junio del 93, quien tiempo antes supo recitar el preámbulo de la constitución con demostrando su inmensa fidelidad a la patria, el gran Carlos Saúl Menem.