miércoles, 21 de octubre de 2009

Diluvio Monumental

Eran las cinco de la tarde, el clima era pesado, el pronostico anunciaba lluvia y parecía que iba a ser una tarde noche aguada. Pero nada nos sacaba la ilusión que teníamos por ver el gran partido a disputarse en el estadio Monumental entre la Argentina y Perú.
Fuimos a la parada del 42 y a los pocos minutos subimos este, estaba casi lleno, entre los presentes pudimos visualizar que la mayoría tenían remeras celestes y blancas, algunos toallas de esos colores colgando del cuello y otros escuchando música la cual proponía las más variadas maneras de cómo decir que una señorita mueve bien sus caderas y su trasero. Pasados los cuarenta minutos del viaje y con un extenso aprendizaje de la anatomía femenina descendimos del colectivo y caminamos las cuadras que nos separaban del monumental.
Al llegar a la avenida Udaondo nos encontramos con otro panorama, gente alegre, otra intentando sacar provecho de la situación revendiendo entradas y entre tanta multitud una banda que podría ser caratulada como los “rompe tímpanos” ya que, si bien su gusto musical era bastante más elevado al antes mencionado, al estar a cuatro metros de distancia el sonido era aturdidor. Luego de pasar el trayecto que nos separaba de la entrada, le dimos nuestros boletos al controlador de accesos quien los descuartizo y así fue como, luego de subir las largas escaleras del estadio, nos ubicamos cómodamente en la popular que inesperadamente tenia asientos, los que no pudimos utilizar ya que el publico sufría de problemas renales y debía estar parada, para presenciar el encuentro.
Al salir los jugadores a la cancha el cielo se tiño de papel higiénico en pedazos, la gente gritaba, las banderas flameaban, estaba todo dado para que comience el espectáculo. Después de cantar los himnos el árbitro René Ortubé dio la pitada inicial. Argentina salió decidida a ganar el partido ya que peligraba su clasificación, con métodos poco elegantes, con un toque intrascendente y poca profundidad logró amenazar el área rival durante el primer tiempo, Messi tuvo escasas chances pero lo más destacado vino de la otra punta por parte de Higuaín que intentaba llegar al arco de Butrón mediante pelotas cruzadas. Junto con una mala actuación de la defensa se fue el primer tiempo lleno de incertidumbre y con la ansiedad de poder convertir rápidamente un gol en el segundo para asegurarse los tres puntos que a futuro serian vitales para conseguir el pasaje al mundial de Sudáfrica del dos mil diez.
Durante todo el entretiempo los rayos comenzaban a dar a luz lo que seria el épico desenlace, cada vez eran más intensos y con esta luminosidad comenzó la segunda parte. Al parecer el juego aportado por parte del conjunto de Maradona no era bueno, cargado de impresiciones el conjunto peruano avanzó sobre el territorio nacional forzando al arquero Romero a lucirse en varias oportunidades, hasta que llegó una pelota puesta en profundidad de Aimar para Higuaín y este con un derechazo la mandó a guardar en la “ratonera” donde más le duele a los guardametas, para estampar el uno a cero que en este caso se podría decir que “no era garantía de nada”. Las primeras gotas comenzaron a caer, la gente se puso sus pilotos, el hombre que tenia a mi derecha tuvo que dejar de quemar pastizales en forma de cigarros y así fue que la lluvia se fue intensificando al correr de los minutos, cada vez llovía más y más, Perú se encimaba sobre el arco local, llegó un momento en que la lluvia se tornó insoportable, estaba completamente mojado, dentro del pantalón, las zapatillas, de los buzos podía exprimir litros y litros de agua. En un momento ocurrió algo inesperado, pasada una seguidilla de centros peruanos, uno de estos, a los cuarenta y cinco minutos, ya cuando el partido se extinguía, Rengifo conecto la pelota haciendo inútil el vuelo de Romeo y así concretaba el uno a uno casi como poniendo el sello a la contienda. Un simpatizante cercano a mí se saco la remera y empezó a darle latigazos al asiento, claro, ya que se acerca el verano, no hay nada mejor que comenzar a matar mosquitos para evitar el dengue.
Las chances parecían acabarse, el juez dio tres minutos de adicionado, Argentina no bajaba los brazos, lo fue a buscar con centros, hasta que un centro pasado de Di Maria desembocó en los pies de Insua quien intentó un buscapié, y ya hasta con catarata de agua que caía de las tribunas del Monumental, Martín Palermo, si, el delantero de Boca que entró en el segundo tiempo, puso el pie y estampó el triunfo final, el delirio se generó en las tribunas, al grito de “Palermo, Palermo!!!” todos se abrazaban en un abrazo de gol interminable, desenfrenado, sin que importase el diluvio que se vivía, ya con el partido terminado, Maradona como una foca de Mundo Marino se tiraba por el verde césped.
Un hombre sin remera se tiró a nadar panza para arriba en el agua sucia que se juntaba en los primeros escalones de la tribuna, un chico salpicaba al publico de la popular baja. Así fue, con esta euforia, como se terminó esta sufrida noche, con los corazones empapados, más que en agua, en una alegría inmensa ya palpitando, lo que seria una guerra rioplatense.

2 comentarios:

  1. Muy bueno!! me gusta la incorporación de toques de ácido humor, me gusta el ritmo del texto también. Muy bueno, muy divertido!! Congratulations!!

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  2. Muy bueno ! Espero que el año que viene estes con todo para hacer articulos sobre el mundial!

    saludos.

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