viernes, 11 de septiembre de 2009

La Batalla de San Lorenzo... Huracán y La Policía.

Febo Asomaba y ya sus rayos iluminaban un histórico evento, ya se podía observar que iba a ser un día memorable, este tres de febrero iban a jugar San Lorenzo y Huracán en la mítica Bombonera. Las calles ya estaban empapeladas por los afiches de ambos equipos, la gente, muy de apoco, comenzaba a llegar al estadio. La policía se iba poniendo en sus lugares ya a tres horas de comenzar el encuentro para recibir al grueso de ambas hinchadas sin saber lo que sucedería luego. El sol era típico de un día de verano, había unas pocas nubes pero esto no empañaba la maravillosa mañana.
A una hora del partido tras los enormes muros, ensordecedores ruidos se escuchaban, por los cuales se dejaba de oír de bombos y alaridos. Ya la gente colmaba el estadio, solo había lugar para unos pocos en el medio de la popular, pero a estos les sucedería algo especial, luego de muchas conversaciones durante la semana, las hinchadas quedaron en citarse a la entrada antes de comenzar el gran cotejo.
Era la hora del encuentro, aparecían las huestes, que preparaban, los barra bravas para luchar con mucho aliento. Ambos bandos comenzaban a agolparse en la esquina anterior al estadio, los dos batallones comandados por José “Chango” García, en el caso del bando azulgrana y Alberto “Comadreja” Muñoz, en el caso de los de Parque Patricios, estaban listo para el comienzo de una gran contienda bélica que a lo único que conduce es a tener más prestigio ante futuros enfrentamientos. Entonces una trompeta, estridente sonó, y a la voz del gran jefe, el revuelo se armó, comenzaron a volar piedras de un lado para otro como si fuesen palomas, la pelea no cesaba, del lado de los de Boedo empezaron a mandar gente con palos de madera en sus manos con la intención de golpear a unos inocentes hinchas del Globo que lo único que estaban haciendo era disfrutar de una bebida y un lindo momento antes de entrar a la cancha, igualmente este cobarde acto no duró mucho ya que unos policías lograron separarlos. Los hinchas visitantes estaban cada vez más envalentonados, si bien no eran más, generaban un poco más de miedo, esto sucedió en gran escala cuando entre diez fanáticos desquiciados lograron dar vuelta una camioneta que transportaba efectivos de la Policía Federal Argentina. Luego de esto la banda del Chango decidió retroceder un poco para evitar el encuentro cara a cara.
Entonces el enemigo avanzaba, a paso más que redoblado, endemoniado, y luego de unos pocos segundos de marchar, al viento desplegaron, su blanco pabellón. Como feroces tigres acechaban contra la humanidad de pobre gente que pasaba por el lugar, el clima era muy hostil, había corridas, empujones y hasta se llegaron a escuchar unos disparos, los piedrazos, si bien no paraban, eran menos impactantes en comparación de lo que sucedía en tierra. Niños, mujeres y ancianos lloraban por las calles buscando un lugar donde resguardarse de tan temida batalla.
Esto ya era vergonzoso, nadie iba a poder disfrutar del partido, estos pseudo granaderos, aliados de la deshonra, escribían en la historia, su página de horror.
Los de San Lorenzo decidieron avanzar con toda la furia acumulada de su retroceso, en esta arremetida salieron con palos en llamas y caños de metal oxidados para que las heridas del enemigo sean más profundas, los de Huracán sufrían el contraataque cuervo, diez soldados terminaron heridos luego de esta emboscada.
Pero en un momento, intervino el peor enemigo, este que no distingue al bueno del malo, que usa las armas por sobre la palabra, que acrecienta el terror cuando todo esta muy tenso, que usa animales para invocar el miedo, esta es la policía que se introdujo con toda furia golpeando todo lo que se le cruzara por el camino usando sus caballos, escopetas y garrotes para “llegar a la calma” de los presentes. De todos los lados posibles de la calle salieron uniformados con escudos para empujar a los barras de ambas escuadras, estos respondieron con piñas y patadas las cuales obligaron a su retroceso para que luego se produzca la intervención de los equinos. Tres hinchas desbocados junto con el Chango derribaron a un policía de su animal y el jefe se subió a este para así tener un mejor panorama del campo de batalla, también del lado de la Comadreja se hicieron acreedores de uno de estos y así fue como los uniformados perdieron poder y recurrieron directamente a lanzar tiros al aire como si estuvieran dispersando al ganado. Los barras avanzaron furiosamente contra los tiradores, los cuales huyeron para evitar que también les sustrajeran las armas y así terminar en una cruel masacre.
Los hinchas de Huracán avanzaron casi para finalizar el combate quedando frente a frente con sus enemigos, aquí se produjo un gravísimo incidente donde el animal del Chango recibe un tiro en una de sus piernas lo cual genera la caída de ambos al asfalto, acto seguido un hincha del globo, sediento de venganza, con los ojos fijos en el pecho del líder barra brava, agarró un cuchillo Tramontina y con toda la furia, lo dirigió al corazón del Chango, pero sucedió algo increíble, un acto valiente y heroico entre tanta cobardía, el correntino Pedro “Chacal” Ramírez, cuyo nombre perdure en la memoria de todo guerrero, como el vuelo del arquero en el ultimo minuto del partido, fue un soldado heroico, por una persona que ni siquiera lo valía, cubriéndose de gloria, cual precio la victoria, su vida rinde haciéndose inmortal, así fue que con su volada magistral, comparable con la de un guardametas que tapa un penal en la final de una Copa Libertadores, termina salvando su arrojo, el final de la tragedia naciente, de Boedo y su gente. El cuchillo traspasó todo su pecho y cayó desplomado al suelo, donde le dijo a su jefe “No me importa nada, venceremos al enemigo y yo seguiré alentando desde el cielo”, esas palabras lo conmovieron, realmente llegaron a su corazón, entonces decidió arremeter con toda la furia, como si fuese la ultima chance del partido, contra los hinchas rivales y así, con palazos, tiros y corridas, lograron terminar con el horror reinante en las calles de La Boca para luego marchar hacia la cancha, con la tristemente celebre alegría de ganar un combate, todos al grito de:

¡Honor, honor al gran, Chacal!

Pedro "Chacal" Ramírez


2 comentarios:

  1. segui escribiendo....te seguiremos leyendo!!muy bueno

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  2. anda a defender la frontera negro borracho maricon, se hacen los polentas y son unos maricones de mierda que se hacen los malandras con gente civilizada putitos. vallan a la guerra manga de cobardes

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